Castidad vs Sexualidad
Cielo y tierra, una gran polaridad que parece haberse apoderado también de la sexualidad.
Desde tiempos remotos, en nuestro contexto judeo-cristiano, cuando alguien sentía la “llamada” espiritual , solo había una opción, retirarse del mundo y encontrar en la castidad ese encuentro con Dios, con lo divino, con la unidad.
Sin embargo, en las tradiciones orientales también existía otra camino y era el de aprender a utilizar la energía sexual a través de diferentes prácticas y técnicas meditativas.
Así que en vez de asociar el cielo con lo espiritual y la tierra con lo sexual es decir, con lo pecaminoso, como insinúa nuestra cultura, podríamos decir que dicha disciplina espiritual oriental apuesta por hacer sagrado todo lo terrenal, o dicho de otro modo, por dejar de dualizar y darse cuenta que en realidad todo ya es sagrado.
Ambos caminos, si los miramos sin juicio son perfectos y válidos en si mismos. En realidad persiguen lo mismo, la unidad, solo que la buscan de diferente manera. (Al fin y al cabo, si analizamos bien cada una de ellas, su naturaleza es envidiable, al contrario de lo que hemos hecho nosotros con ellas).
Para los que nos hemos quedado en el mundo “terrenal”, el camino tántrico es todo un alivio y un desafío al mismo tiempo. No niega la sexualidad y a la vez te invita a que la trasciendas. Solo una mente meditativa puede alcanzar eso.
El viaje que yo comparto es desde AQUÍ, desde mi visión occidental y del mundo cotidiano en el que vivimos, probablemente muy distante de la antigua India, pero por otra parte muy adaptada a nuestros tiempos.
Vivimos en ciudades, en horarios laborales interminables, y en una cultura donde aún se habla demasiado de sexo justamente para evitar entrar en él.
La sexualidad siempre ha movido, por un lado o por otro, y quizá no sería descabellado decir que es uno de los pilares que mueven el mundo.
Entrar en la sexualidad no es nada fácil. Seria muy extenso hablar de esto, y requeriría por mi parte hacer un post quilométrico….pero todos sabemos lo heridos que estamos en nuestra intimidad y los miedos y a la vez el ansia, en su otro extremo, que crea todo lo relacionado con lo pecaminoso.
Uno de los temas más interesantes que encuentro en la sexualidad, entre muchos, es esta obsesión que tenemos con el orgasmo. Los que no lo tienen porque lo quieren tener y los que lo tienen porque lo persiguen. Esos dos segundos de placer, que no se pueden definir y que nos impulsan detrás de él como a un sediento en busca de agua, nos convierte, por así decirlo, en adictos a los orgasmos. Y es que éste nos proporciona una especie de fusión, de pérdida del tiempo, de pequeña muerte .… ¿Cómo no vamos a estar enganchados a ello? El problema es que resulta tan efímero que parece nunca ser suficiente y ahí es donde se desencadena nuestra necesidad de querer siempre “más”…. ¡Adictos al placer! ¿Te suena?
Esta búsqueda hacia el orgasmo es justamente la antítesis para poder sublimar y subir nuestra energía sexual. Por eso, la castidad tiene sentido. Por raro que suene, pero tiene una gran lógica: si no entras en el deseo, si no te expones, la fusión con Dios es más fácil. Automáticamente dejas de estar tan identificado con tus instintos.
Sin embargo, para los que nos sentimos “llamados” a vivir una vida “terrenal”, el camino es sin duda, todo un reto.
Se trata de entrar en la sexualidad, de liarnos la manta a la cabeza y estar dispuestos a navegar en las tortuosas y apasionantes experiencias que nos ofrece la entrada a la intimidad.
Se requiere mucha consciencia para no dejarse llevar por los instintos y aprender a expandir y sublimar nuestro deseo y excitación sin tener que renunciar a él.
Uno de los lugares donde más consciencia hemos retirado es justamente en la sexualidad . Y teniendo en cuenta que la energía sexual es la energía más poderosa que tenemos, imagínate si le ponemos consciencia ahí. ¡¡Ríete de los orgasmos de dos segundos!!
Y sí, esa es mi experiencia, olas de placer que se expanden por todo el cuerpo y sensaciones indescriptibles que te llevan al más profundo éxtasis, palabra que está a años luz del placer.
El éxtasis es algo tan grande, tan increíblemente abrumador, que uno se da cuenta de cómo el placer físico es simplemente un espejismo de lo que puede llegar a ser.
La conexión espiritual, el gozo interior jamás será comparable a dos segundos de orgasmos físico.
Y es que en realidad nunca estuvimos persiguiendo placer sino gozo.
Tantra para todos, por favor.
ELMA
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