Ejercicio práctico
“En un patio de recreo, una niña está felizmente absorta en sus juegos. De repente se asusta al hacer una voltereta. Los niños a su alrededor, en quienes apenas había reparado, ríen y aplauden. Ella repite la voltereta para ver si vuelven a aplaudir.. los niños van siempre diciendo, “¡mírame, mírame!” por todo el patio, poniéndose contentos cuando consiguen la respuesta que quieren y decepcionándose cuando no lo consiguen. La primera niña no está segura de lo que ha descubierto, pero le resulta emocionante. Piensa que a lo mejor ha encontrado la clave para sentirse acogida. Va a ensayar una nueva voltereta con una motivación que antes no tenía. Ya no hace pruebas para divertirse , su objetivo ha cambiado: ahora su objetivo es la respuesta que quiere de los demás. Y con ello la ansiedad de no recibirla” B. Katie
Este ejemplo me pareció tierno y revelador a la vez.
Ciertamente todos tenemos la infancia a años luz pero quizá si que podemos empatizar con esta niña que descubrió la manera de que la hicieran caso y a la vez se entregó a los brazos de la ansiedad y la frustración. La infancia ya pasó, pero emocionalmente, muchas veces seguimos comportándonos con la/el niñ@ que siempre está pidiendo…
Lo hacemos con todas aquellas personas q consciente o inconscientemente creemos que nos va a funcionar: nuestra pareja, hijos, padres, hermanos, compañeros de trabajo, jefes y hasta personas que no conocemos nada como podría ser un camarero o alguien que nos acaban de presentar.
Nos hemos acostumbrado tanto a buscar aprobación en los demás que ya ni nos damos cuenta de que lo hacemos, se ha convertido en un hábito. De hecho, la mayoría de las veces nos puede resultar más fácil verlo en los demás que en nosotros mismos.
Ejemplos de la búsqueda de aprobación o reconocimiento que podemos ver en los demás:
– Cuando piensas: “esta persona es muy complaciente con su novio”
– Cuando piensas que tu compañero de trabajo tiene dos caras
– Cuando piensas que un amig@ es siempre el centro de atención
– Cuando en una cena dos personas compiten por tener la razón…
Es interesante observar las veces que lo vemos en los demás… está bien porque nos da consciencia. Aunque la idea es que no nos quedemos aquí, si no que podamos tomar conciencia de cuando lo hacemos con nosotros mismos.
Ejercicio:
– Tomate unos minutos, aquiétate y piensa una situación en donde tú realices lo mismo . Inspírate en los ejemplos que se han citado antes.
¿ Donde tú también compites, haces la pelota, dónde tienes dos caras….? ¿Con quién lo haces? ¿Cuándo?
Trata de ser concreto.
– Métete en la situación e identifica los pensamientos por los cuales tienes ese comportamiento con esa persona en concreto.
Por ejemplo: “Veo cómo soy complaciente delante de mi pareja porque pienso que si no lo hago el/ella se enfadará conmigo”
Encuentra los tuyos.
¡Que tengas una buena introspección !
Elma