Testimonio de una mujer que ha pasado de condenar su propio placer
a vivirlo como un acto sagrado
No importa demasiado como fui a parar a una sesión de Tantra con Elma, a simple vista parecería que fue pura chiripa, pero casualidad o causalidad, lo importante es que allí estaba.
No sabía que iba a pasar ni que trabajaríamos, y casi sin darme cuenta y de forma muy natural me encontré masturbándome delante de alguien a quien acababa de conocer. Creo que si esto me lo hubiesen contado a mí, me hubiese escandalizado, pero allí estaba, como si Elma no existiese más que como una voz en off que guiaba mi respiración.
A medida que respiraba cada vez iba sintiendo más una vibración que se extendía por mi cuerpo como una ola que te arrastra. El placer se iba haciendo más sutil a la vez que más presente, extraña sensación nunca antes experimentada.
Pasaron ante mi fragmentos de un largo recorrido hasta llegar aquí. Una vida llena de represión sexual.Crecí creyendo que si me masturbaba sería castigada, no sabía muy bien por quien, pero cada vez que lo hacía una terrible culpa me invadía. En mi casa la palabra sexo, genital y todos sus eufemismos siempre habían sido tabú, cualquier imagen en televisión o palabra relacionada con sexo por insignificante que fuese violentaba a mis padres, durante mucho tiempo el sexo se me hacía algo oscuro e incluso sucio.
Cuando conseguí sanar eso, otro escollo me esperaba, conseguir relajarme y poder tener orgasmos, disfrutar. Empece a ser consciente que más que una fuente de placer, el sexo era para mi una herramienta para complacer al otro y lo que es mucho peor, una herramienta de control sobre el otro.
Ese día, por medio de la respiración, no solo sentía placer, sino algo mucho más profundo, sentía que mi corazón se conmovía. Las lágrimas me invadieron, había sido un largo recorrido hasta este preciso momento en que era capaz de entender que el sexo y el placer lejos de ser sucios, o herramientas de poder, son la mejor puerta y quizás la más rápida hacía el amor profundo por uno mismo y por todos y por tanto el mejor camino hacia Dios.Entendí la fuente de poder tan grande que tenemos y porque siempre se la ha querido ensuciar, no interesa que nos amemos y lleguemos a nuestro corazón donde reside el amor hacia todo y todos porque eso nos hace libres y la libertad está en contra de un sistema que vive a costa del miedo.“
Mujer, 43 años, Barcelona